La evaluación la realizamos a lo largo de varias sesiones separadas en días diferentes, ya que es importante que su hijo esté cómodo, descansado y motivado frente a cada tarea. Si la evaluación les supone un desplazamiento de ciudad se puede plantear su realización a lo largo de un mismo día siempre y cuando existan descansos razonables cada cierto tiempo. Antes de agendar cada sesión de evaluación acordaremos en qué momento del día se encuentra menos cansado para coordinar las citas. Por ejemplo, a última hora del día tras toda la jornada escolar, desaconsejamos su realización, ya que es posiblemente el cansancio afecte negativamente a la atención y velocidad de procesamiento.
Junto con las pruebas específicas de rendimiento que realizará su hijo, se elabora con los padres o tutores legales una historia clínica para conocer la evolución de los primeros años de desarrollo. Esta historia se realiza en una sesión y es el momento de recoger cualquier informe médico si es que le han realizado pruebas con anterioridad. También, en esta fase de recogida de información contactamos con el centro escolar para considerar también su visión e implicarles en el proceso de mejora, siempre y cuando el caso lo requiriera y por supuesto bajo la aprobación de los padres.
Empleamos pruebas en diferentes formatos para contribuir a que la sesión no sea aburrida. Estos formatos pueden ser prueba de papel, lápiz y cuadernillos, donde solicitamos que se escriba, se dibuje, o bien se observe una secuencia de imágenes y se señale cual sería la que mejor encaja en la secuencia. También empleamos pruebas manipulativas, tipo puzle o construcciones donde nos interesa observar cómo se copia un modelo y en qué tiempo se realiza esta copia. Tareas de escucha, donde se ha de atender y memorizar unas palabras. También tareas atencionales en las que con unas gafas de realidad virtual simulamos el entorno de un aula de centro escolar y observamos cómo se atiende a unos elementos (la pizarra) mientras se deben ignorar otros (la ventana, los compañeros, etc.).
Todas estas tareas nos permiten comparar el rendimiento de su hijo con los percentiles correspondientes a su edad y nivel académico y poder identificar puntos fuertes y débiles en su funcionamiento.
El análisis de todas estas tareas también nos permite identificar la existencia de dificultades, lo cual es clave previo para iniciar una intervención o plantear un plan de acción conjunta con su centro.
Lo ideal sería realizarla de manera sistemática cada uno o dos años. Esto nos permite trabajar de forma mucho más personalizada e individualizada ya que conocemos los puntos fuertes y débiles de su hijo y permite compararle consigo mismo. Esto puede ser de gran utilidad a la hora mejorar su rendimiento escolar a lo largo del tiempo
Esta primera opción no suele darse a menos que esté así sistematizado desde los centros escolares. Lo común es realizar una evaluación cuando aparece sospecha de una posible dificultad, o cuando se observa que el rendimiento o la conducta están empeorando.
También es posible que os encontréis inmersos en el periplo médico que supone encontrar la explicación a las conductas que observáis en casa u os trasmiten desde el centro escolar. En este proceso es posible que un neurólogo os recomiende o prescriba una evaluación neuropsicológica. Esto es porque en el ámbito médico se realizan pruebas que permiten observar el estado del cerebro, pero no el producto derivado de él, es decir, su ejecución. Para ello se necesita observar la funcionalidad ante diferentes tareas porque en ocasiones pueden existir dificultades derivadas de no haber adquirido los aprendizajes adecuados y esto es conveniente identificarlo y tratarlo.